Mujer trabajadora y humilde, con muy buen corazón y que, a pesar de su edad, sigue ayudando en los quehaceres diarios de su casa».
La localidad toledana de La Villa de Don Fadrique ya tiene un motivo más para tener el récord de ser una de las localidades más longevas de España. O no. El caso es que el pasado jueves 19 de noviembre, Jaime Santos Simón, alcalde de La Villa de Don Fadrique, acompañado de su equipo de gobierno municipal, visitaran la casa de Pabla Díaz-Maroto Maqueda para celebrar con ella esa cifra mágica, 100 años, un siglo lleno de vivencias y de luchas, de alegrías y tristezas, que llegan a coronar de nuevo a esta centenaria en la abuela del municipio toledano recogiendo el testigo de las que le han precedido en años anteriores como Salustiana o Benita, entre otras.
El primer edil y concejales del equipo de Gobierno dieron continuidad a la tradición de festejar con sus ciudadanos el centenar de años y siguientes regalando una exquisita tarta y el clásico ramo de flores que la propia Pabla Díaz-Maroto Maqueda, haciendo honor a su fama de mujer sencilla y entregada a todos, donaba al Santísimo Cristo del Consuelo, patrón de la localidad toledana. Le acompañaron en la celebración sus familiares más directos, como su cuñado Honorato y sobrinos.
Entre las múltiples anécdotas de esta larga vida de una de las fadriqueñas más longevas, el haber sido madre adoptiva de un niño que no conoció a su madre natural al fallecer esta mientras daba a luz, o la fama que le otorgan todos aquellos que la conocen de ser «una mujer trabajadora y humilde, con muy buen corazón y que, a pesar de su edad, sigue ayudando en los quehaceres diarios de su casa».
Ha Pabla Maroto no le han faltado dificultades en esta España que tantos sufrimientos y retos ha planteado a los españoles en los últimos 100 años, como sobrevivir a dos guerras mundiales y a la Guerra Civil española, y sobre todo a la larga posguerra. Pero viendo la sonrisa de Pabla no puede uno menos que pensar que las dificultades hacen más dulce la victoria de vivir la vida con todas sus lecciones que su universidad te da y que nadie te enseña sino la vida misma, lecciones que los 100 años de Pabla en sí mismos ya son toda una magistratura, y con los que todos sus vecinos le desean muchos cumpleaños más y con esa juventud que desprende.