Como muchos sabemos, el bullying está presente en las redes sociales. Y entrando en este tema, realmente es preocupante, son las cifras escalofriantes que arrojan datos estadísticos de estudios realizados sobre el uso de las tecnologías y que he consultado previamente al artículo. Aplicaciones como WhatsApp, Tuenti, Tiktok, Facebook o Instagram son las principales plataformas que permiten difundir con más rapidez los contenidos, burlas e insultos. Pero entre ellas, hay una que destaca como la más usada para acosar a otras personas. El ciberbullying en WhatsApp afecta al 75,3% de las víctimas de acoso frente al 37,6% de los casos que se producen a través de redes sociales. Es a través del WhatsApp donde en este momento proliferan más las burlas entre niños y adolescentes. Unos datos que reflejan la necesidad de conocimiento y formación de esta plataforma entre menores, padres y tutores para que se haga un uso responsable de la misma.
Como digo, en estos momentos es a través del WhatsApp donde proliferan más las burlas entre niños y adolescentes, que en la mayoría de las ocasiones interactúan desmesuradamente sin ningún tipo de control creando una serie de Sticker, emoticonos, imágenes, etc., con el fin de mofarse y ridiculizar a los compañeros. Lo peligroso es cuando es una sola persona el objetivo de esos calificativos y además los recibe de manera habitual o se utilizan imágenes con fotografías de los niños, es como lanzar la pelota a un espacio sin saber dónde irá a parar.
La forma de proceder suele ser siempre la misma: alguien del grupo lanza algo para provocar, otro integrante aprovecha para usarlo como arma arromadiza contra otro de sus compañeros y el resto ríe las gracias, apoyando el acoso en vez de criticarlo. Incluso si alguno de los miembros sale en defensa del acosado, es probable que el grupo se vuelva en contra de él o ella. Entonces, ¿cuáles es la solución?
Lo primero, escucha a tu hijo.
Muchos niños tardan en reconocer y explicar a su entorno que sufren este tipo de acoso. Aguantan por vergüenza, porque se sienten solos, indefensos, con miedo a su acosador y con la autoestima por los suelos. Por ello, es importante crear confianza entablando momentos de conversación que hagan referencia a estos temas y cómo se siente él ante cualquier situación que le puede estar ocurriendo.
Segundo, capturas de pantallas.
En cuanto sean conscientes de que se está produciendo el acoso, no duden en realizar pantallazos de todas las conversaciones en las que esté patente el abuso. También las puedes guardar, Whatsapp tiene una función que lo permite. Si guardas todas las conversaciones, tendréis pruebas si la situación llega más allá, ya que, en la mayoría de los casos, el bullying es difícil de demostrar.
Tercero, intenta hablar con otro adulto.
Si sabes quién está siendo el acosador y no se trata como un caso de phishing, intenta hablar con un adulto responsable del otro menor. Siempre es mejor dialogar primero.
Muchas veces son los padres los últimos enterarnos de lo que está ocurriendo, así que cuando llega a ellos la información, ya puede ser tarde, pero es imprescindible que estén al corriente de la situación.
Cuarto, salir del grupo y bloquear
Dile a tu hijo que se salga del grupo. Como bien hacemos en la vida real, uno no tiene que estar donde no está a gusto ni donde lo tratan mal. Tanto si el acoso lo hace solo una persona (conocida o no), como si lo hacen varios, debe bloquearlos para impedirles el contacto. Seguro que la cosa no acaba aquí, pero se les hará mucho más difícil continuar.
Quinto, habla con un profesional.
Desde el primer momento, busca ayuda de un profesional que acompañe al niño en todo momento y que te facilite pautas de cómo afrontar la situación. Soy consciente que estos tratamientos suelen a veces ser bastante largos, y esto puede suponer un coste en ocasiones alto, pero es mejor esto que parchear o buscar otras alternativas menos eficientes a la larga. Aunque el dinero no va a suplir el daño sufrido si te puede ayudar en su tratamiento.
Sexto, Importante: Denuncia.
Ningún caso de acoso, sea cual sea su naturaleza, debe quedar impune. Si logras interceptarlo pronto, puede que consigas que acabe. Pero por desgracia esto no es lo habitual. Denuncia lo que está pasando antes de que sea demasiado tarde. Tanto la policía como los juzgados tienen departamentos especializados en estos temas.
No busquen el enfrentamiento directo con la otra parte, si la situación no tiene visos de arreglarse es hora de acudir a la justicia.
Séptimo, denuncia ante la inspección educativa.
Un paso previo antes de acudir a los tribunales que no debemos saltarnos. De por si el colegio tiene la obligación de hacer llegar estos casos a la inspección de educación pertinente. Asegúrate que es así, y de todas formas presenta tú también esta denuncia ante la administración correspondiente.
Este comportamiento empieza cada vez más temprano, porque los niños tienen antes un teléfono móvil. La edad suele rondar los 13 años, pero incluso niños de tan solo 9 años ya cuentan con estos dispositivos a su alcancen y utilizan esta red social para comunicarse con amigos, conocidos y familiares. Por ello, considero muy importante que antes de comprarle un móvil a vuestro hijo lo eduquen en su buen uso afín de evitar que sea acosado o que se vuelva un acosador. Ten en cuenta las aplicaciones de control parental. No se trata de espiar, sino de vigilar las actividades de los niños en la red, en los grupos o en las aplicaciones que suelen utilizar con mayor frecuencia.
Podría aseverar que el ciberbullying es tan o más dañino que el bullying. En la red los chavales se sienten impunes, carentes de responsabilidad, y propicia respuestas rápidas e impulsivas, así como también más agresivas porque como el acoso se realiza a distancia disminuye la empatía del agresor con la víctima porque el ver las reacciones actúa como moderador de las conductas. No son conscientes del riesgo que representa exponer contenido personal, y no tienen los recursos psicológicos de un adulto a la hora de evaluar riesgos. La popularidad, cantidad de seguidores, es un valor positivo sobre todo para los adolescentes debido a la necesidad de reconocimiento de sus pares. De aquí el impacto que tiene en sus vidas el Acoso virtual. ¿Virtual? Empleo este término para referirme a algo que no es real, pero las consecuencias son tangibles, el ciberacoso no tiene horario, esto somete a los chicos a un grado de stress superlativo, viven tensionados y pendientes de lo que sucede en las redes.
No es mi intención demonizar a la tecnología cuando es una herramienta que tiene otros aspectos positivos, pero como educadora y profesional, no puedo hacer oídos sordos ante éste problema y lanzar una advertencia a los padres para saber cómo actuar frente a éste tipo de problema para que puedan evitar los riesgos de Internet y utilizarlo en su propio beneficio respetando a los demás. No vale callarse o dejarlo pasar, no ayuda enmascarar la situación. Esto no es como un brote de piojos que poniendo un “remedio milagroso”, desaparece. Aquí puede causar mucho dolor a un niño, mucha rabia e incluso mucha frustración, algo que puede herir de por vida.
Y, para terminar, también quiero ponerme en la otra cara de la moneda, ¿Cómo tratar el caso cuando es nuestro propio hijo el acosador? Lamentablemente cuando estos casos llegan a mis manos, es porque han llegado a los tribunales y la familia busca la mejor salida para su hijo. Las conductas han ido más allá de lo que los padres creían y los problemas psicológicos se han ido acumulando. Tarde, para revertir la situación, pero no imposible. Mis mayores esfuerzos se centran siempre en presentar un programa de reeducación estricto como sustitución a la pena que podría dictar un juez. Creo que es la mejor forma de encauzar estas actitudes, convirtiendo la sentencia en una opción positiva para todos. Muchos padres pretenden la absolución total por los actos de sus hijos, incluso conociendo su culpabilidad. No creo que sea acertado, considero que a estas edades siempre es conveniente reencauzar su comportamiento, que comprenda los riesgos de su aptitud y ayudarle a ponerse en la piel de sus semejantes, para que nunca más se vea implicado en un caso similar.
Eva Sonseca.
Licenciada en Psicopedagogía Y Directora pedagógica del Equipo Multidisciplinar Talento.