El Consejero de Agricultura Medio Ambiente y Desarrollo Rural de CLM, ha anunciado que aumentará la distancia de las macrogranajas de porcino mediante decreto. En caso de que la medida no entre en vigor hasta el año que viene, podría acelerar solicitudes más cercanas a los cascos urbanos.
El decreto pasa por alto el principal problema de estas explotaciones industriales: los purines.
El Gobierno Regional impulsa la ganadería intensiva mediante sustanciosas subvenciones, beneficiando a grandes grupos empresariales
El Consejero de Agricultura del gobierno de Castilla-La Mancha, ha anunciado este pasado lunes que, mediante decreto, se aumentará la distancia de las macrogranjas porcinas, pasando de 1.000 a 2.000 metros la distancia mínima al casco urbano. Pero esta medida, no se pondría en vigor hasta dentro de, al menos, 5 meses, tiempo suficiente para que se tramiten y aprueben granjas a menos distancia.
“Parecería que el Consejero esté animando a los promotores de macrogranjas porcinas a que presenten cuanto antes sus solicitudes. Como consecuencia, podría haber una avalancha de solicitudes con proyectos a menos de 2.000 m. Por ello, solicitamos a la Consejería que pare temporalmente la concesión de autorizaciones hasta que se apruebe el decreto, que debería incluir otras medidas, encaminadas al control in situ de la gestión de los purines” ha declarado Carlos Gómez, portavoz de la Plataforma.
Para Stop Macrogranjas Pueblos Vivos, el decreto anunciado es claramente insuficiente, dado que incide únicamente en uno de los problemas: los malos olores. Pero el aspecto más impactante de las granjas porcinas, son las ingentes cantidades de purines que se producen: 15 millones de litros al año en una macrogranja de 7.000 cerdos de cebo.
Los purines tienen un alto contenido en nitrógeno, lo que obliga a distribuirlos por una amplia superficie agrícola para evitar la contaminación del agua subterránea. Pero la Consejería no ha establecido ningún mecanismo de control que asegure que los purines se vierten en las condiciones que marca la legislación.
Tampoco se tiene en cuenta que las macrogranajas de cerdos emiten amoniaco a la atmósfera y gases de efecto invernadero (GEI), principalmente dióxido de carbono y metano, contribuyendo al calentamiento global. Según la FAO, la ganadería intensiva es responsable del 18% de las emisiones de GEI, siendo el segundo sector tras el transporte.
Para la Plataforma, la apuesta del gobierno regional por la ganadería industrial en detrimento de la ganadería extensiva es insensato y un grave error que se sufrirá tanto a corto plazo como en las generaciones futuras, en forma de pérdida de puestos de trabajo en el mundo rural y de deterioro del medio ambiente.