ha vivido en Costa de Marfil
Natural de Riópar, Carmen Mª es Facultativa Especialista en Anatomía Patológica desde mayo de 2015
Carmen María Bernal Mañas, joven doctora facultativa especialista del Hospital de Hellín (Albacete), dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, acaba de terminar una experiencia de voluntariado en Costa de Marfil, donde ha podido atender a enfermos con úlcera de Buruli.
Una enfermedad infecciosa crónica y debilitante de la piel, que según la Organización Mundial de la Salud, está presente en 33 países de África, América, Asia y el Pacífico Oriental. Esta enfermedad ha sido considerada como desatendida por la OMS, pero ya se están haciendo centros específicos para su diagnóstico y tratamiento. Afecta principalmente a niños y su tratamiento se prolonga durante meses con la toma de múltiples antibióticos, curas diarias y rehabilitación al mismo tiempo.
Carmen María acaba de volver de la ciudad marfileña de Sakassou, donde ha pasado un mes y medio como voluntaria sanitaria gracias a la ONG Prokarde y a la congregación religiosa de las Carmelitas Misioneras. Esta ciudad de 20.000 habitantes cuenta con un hospital referencia en el tratamiento de la úlcera de Buruli (“Centre Notre Dame du Carmel”) regentando por las Carmelitas Misioneras.
Se trata de una zona endémica, rodeada de lagos y ríos, donde se dan muchos casos de meningitis, fiebre tifoidea, amarilla, sida y muchísimo paludismo. Ella misma, pese a las precauciones, contrajo esta enfermedad durante su estancia en África. De ahí la importancia, antes de viajar a estos países, de realizarse una correcta vacunación preventiva que combata estas infecciones.
Porque además de las dificultades sanitarias, Costa de Marfil es un país inseguro donde apenas hace un tiempo había guerra civil, “en la casa donde vivía aún quedan balas incrustadas en una puerta”, cuenta Carmen. Pese a los muchos inconvenientes, la doctora se trae un gran recuerdo del hospital donde desarrolló su papel como voluntaria, “me ha impresionado la humanidad de la gente, como sin tener nada te lo ofrecen todo, el trato profesional a pacientes es maravilloso e incluso existe una zona para la estancia de los familiares donde pueden hasta cocinar”, explica.
En este país, una semana de hospitalización cuesta 5.000 francos CFA, cerca de 9 euros, una cifra que allí es una fortuna. “Si no lo puedes pagar, te mueres”, afirma Bernal Mañas. Una triste realidad muy lejana hasta lo que ahora había visto en España, en Costa de Marfil, la gente apenas come una vez al día, normalmente arroz o “Attike”, una especie de grano machacado que supone la dieta fundamental.
En este tiempo de voluntariado, la doctora del Hospital de Hellín se ha encargado también de diagnosticar paludismo, actualizar los equipos del laboratorio e informáticos, rehabilitación fisioterapéutica, punciones de bultos palpables y su diagnóstico, así como dar clases de español y realizar test VIH, como explica, “sólo en un mes se diagnosticaron 4 nuevos casos de sida”, una terrible lacra que sigue atacando al continente negro.
De vuelta a España, la doctora Bernal Mañas comenta que le gustaría volver, pero que su familia lo ha pasado muy mal durante su ausencia. Desde pequeña sintió la vocación médica y desde siempre le había atraído la idea de ayudar en África. Se trae nociones de un idioma desconocido para ella como es el francés y sobre todo, una experiencia vital que sin duda le marcará para el resto de su existencia. “No podré olvidar al niño Drisa, con graves heridas en carne viva, y con el que jugué muchísimo, sobre todo al “Awalle”, un juego de estrategia que nos hacía olvidar por un momento tantos dolores”. Allí, antes que cualquier cosa, “coraje”, insiste la facultativa especialista.
Mientras aúna recursos y fuerzas para el regreso, Carmen María Bernal Mañas desempeña su trabajo en el Hospital de Hellín, donde ultima un libro en el que se darán a conocer los resultados de su estudio sobre la articulación temporomandibular que permita mejorar el diagnóstico y tratamiento de las lesiones de la misma. Esta tesis fue leída en octubre del año pasado y ha despertado el interés de investigadores, incluso de un lugar tan lejano como Japón.