Después de dos años sin cantos a la Virgen, sin congregación en torno a la plaza de la iglesia y sin la alegría de disfrutar de una de las fiestas de mayor arraigo en el municipio, Trillo celebró, en la madrugada del pasado domingo, su tradicional fiesta de Los Mayos. Dada la envergadura del chopo escogido por los mozos para convertirse en Mayo, las jóvenes presentes e incluso el propio alcalde también tuvieron que arrimar el hombro y ayudar con la complicada y dura tarea de levantar y colocar el Mayo en el centro de la plaza Mayor, labor que quedó completada pasadas las 02.00 horas de la madrugada y gracias a la ayuda de andamios y sogas.
Los mozos de Trillo consiguieron levantar y colocar, en medio de la plaza Mayor del municipio, un hermoso ejemplar de chopo cortado una hora antes en la orilla del Tajo, unos metros río abajo de la plaza de toros La Isla. Lo hicieron ayudados también de numerosas mozas y el propio alcalde, Jorge Peña, jóvenes del pueblo que quisieron colaborar y ayudar, a la vista de las complicaciones y esfuerzos que supuso completar la tradición de la noche de Los Mayos.
Vuelve así una fiesta que se ha mantenido en suspenso durante los dos últimos años a causa de la pandemia del COVID, aunque el Ayuntamiento de Trillo se haya esforzado por mantenerla de manera simbólica, colocando el Mayo con la ayuda de sus empleados municipales, aunque sin celebración alguna, ni cantos a la Virgen, ni congregaciones.
Cerca de la medianoche, y acompañados de dos guitarras, las voces de cinco trillanos comenzaban a resonar ante las puertas de la iglesia, donde es tradicional cantar a la Virgen. El nuevo co-párroco de Trillo, Théophile Niyonsenga, participaba por primera vez de la tradición. A los pocos minutos, más de una veintena de personas acompañaban a los primeros, que fueron repartiendo entre los asistentes hojas impresas con las canciones típicas de la señalada fecha.
Mientras, un grupo de jóvenes del municipio rebuscaba entre la chopera de la orilla del río el ejemplar más adecuado para convertirse en Mayo. Haciendo uso de un hacha, Eduardo Sardat tiraba un hermoso chopo. Sin embargo, no fue hasta pasadas las 01.00 horas cuando los jóvenes comenzaban su camino hacia la plaza con el Mayo a hombros, a causa de las complicaciones derivadas del peso del chopo y de la limitada participación de jóvenes, apenas una veintena. De hecho, las mujeres presentes también arrimaron el hombro para conseguir completar el periplo.
Una vez en la plaza Mayor, la hazaña no fue más sencilla. A pesar de los esfuerzos de los jóvenes, el chopo se resistía a entrar por el pozo preparado para su colocación. Fue después de más de una hora de intentos y con la ayuda de andamios, que hicieron de tope y palanca del chopo, cuando los mozos y mozas de Trillo consiguieron levantar y colocar el Mayo, más allá de las 02.00 horas de la madrugada, y ante los aplausos y vítores del público expectante.
El alcalde de Trillo, que vivió en primera persona los trabajos con bastante intensidad y esfuerzo, aunque también con la satisfacción de ver el chopo finalmente en pie, agradecía “a todos los participantes su asistencia y participación para hacer posible esta tradición, a la que debemos seguir acudiendo cada año para que no caiga en el olvido”.
Romería de San Juan con final tormentoso en Azañón
En Azañón también se han vestido de fiesta este pasado fin de semana, después de dos años sin poder celebrar su tradicional festividad de San Juan. Hacia las 12.30 horas salía de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora la imagen del santo, que llegaría en romería, unos 20 minutos después, hasta la ermita de la Virgen de la Vega, donde la esperaban familias y grupos de amigos dispuestos a celebrar un día de hermandad.
Allí, en el interior de la ermita, se celebró la tradicional misa y, posteriormente, los asistentes disfrutaron de la jornada primaveral al aire libre, situados en mesas y bajo las carpas colocadas por el Ayuntamiento de Trillo, evitando la exposición directa al sol, y con la amenización musical de la charanga Los de la Cruz.
Sin embargo, el cielo presagiaba tormenta y, finalmente, así fue. Aunque los azañoneros pudieron disfrutar de su almuerzo al aire libre, pasadas las 15.00 horas de la tarde se veían obligados a abandonar con prisas el lugar, pues una fuerte granizada les sorprendió en la pradera junto a la ermita, y se quedaron sin poder devolver al santo a su iglesia, un acto previsto para las 17.00 horas que finalmente no se pudo completar.
No obstante, como reconoce el alcalde pedáneo, Israel Souto, a pesar de la tormenta, “pudimos disfrutar al menos de la mañana y de la compañía de amigos y familia, que, después de dos años, ya teníamos muchas ganas”.
