Fuentenovilla homenajea

Y también a todos los jugadores y aficionados fuentenovilleros a este duro y bonito deporte de la pelota a mano que se unieron, primero para construir el frontón del pueblo, y después para crear el Club de Pelota a Mano que paseó por toda España el buen nombre de Fuentenovilla.

Como parte del programa de actos de las ya próximas fiestas de la Virgen del Perpetuo Socorro y de San Isidro de Fuentenovilla, el Ayuntamiento de la villa alcarreña organiza dos partidos de pelota a mano, que llenan las gradas del frontón local, ya solamente por la afición que aún queda por este hermoso deporte en la villa alcarreña.

Ayer, la expectación era aún mayor, puesto que se le tributó un homenaje a José María Martín Martínez, pelotari fuentenovillero, tristemente fallecido hace unos meses.  También se recordó la figura de José Román Sarmiento, otro de los deportistas locales, que, igualmente, se fue antes de tiempo ya hace unos años.

El tributo al pelotari fuentenovillero se ha llevado a cabo donde a él más le hubiera gustado, en el frontón municipal. El acto lo condujo el teniente alcalde del Ayuntamiento, Pablo de la Torre. Fue dando, sucesivamente, la palabra a los intervinientes, que fueron varios, a petición propia, dando así muestra del aprecio del pueblo por el zaguero desaparecido, y por su familia.

En primer lugar, lo hizo Monserrat Rivas,  alcaldesa de Fuentenovilla. La regidora recordó que el frontón, que hace unos meses estrenaba nuevas mejoras, lo construyeron los fuentenovilleros en hacendera “sin cobrar un duro, solo por amor al deporte; por eso es un lugar tan especial”, señaló. Entre los voluntarios que lo levantaron, estuvieron, naturalmente, José María y José Román.  “Cuando no había suficiente dinero para comprar balones, equipaciones deportivas, raquetas o bicicletas, a los niños de antes les bastaba con fabricar una pelota  y ponerse a jugar en la pared de la iglesia. El día que inauguramos este frontón, después de tanto trabajo, fue uno de los días más felices que se recuerda en Fuentenovilla”, añadió Rivas.

La alcaldesa recordó que Fuentenovilla tuvo un equipo de pelota a mano que compitió al más alto nivel provincial y regional, e incluso también a nivel nacional. El sonido de la pelota rebotando en el frontis golpeada con fuerza, con precisión y con nobleza está en el corazón de esta villa alcarreña. La pelota a mano es un deporte duro. A la velocidad y resistencia física hay que unir la capacidad de aguantar el dolor que causan los impactos en la mano. En todos los deportes hay que sufrir. En la pelota, esto es aún más patente.

Y como les sucede a los pelotaris, a quienes se les calan las manos al jugar, a Fuentenovilla le duele la falta de José María Martín.  “José Mari llevaba este deporte en las venas.  Solo era una cosa mejor que zaguero, persona. Tanto quería a este deporte, que siempre que se lo pedíamos, se prestaba a bajar al frontón, a su querido frontón, a transmitirles la pasión que sentía por la pelota a mano a los más pequeños”, terminó Rivas.

Además de la intervención de la alcaldesa, sus compañeros del club de pelota a mano de Fuentenovilla también quisieron dejar testimonio de su aprecio por José Mari a su familia. Juan Andrés Gregorio, portavoz de sus compañeros, recordó que el frontón se empezó a construir en el año 1979. Para hacerlo, se acordó vender Lotería de Navidad, con la que se consiguió una recaudación de 4.000 pesetas. Además,  hubo donaciones de 132 personas, vecinos y oriundos de Fuentenovilla. Con esos fondos y el trabajo desinteresado del pueblo, se practicó la cimentación, y se construyeron suelo y muros. Fue en 1979. A continuación, en 1980, se fundó el Club de Pelota a Mano de Fuentenovilla. Llegó a tener hasta 80 socios, “que animaban a los jugadores en la cancha, y que llegó a participar en campeonatos de paleta, pala corta, mano y frontón corto en distintas categorías, juvenil y senior, a nivel local,  interpueblos, provincial y nacional”, recordó Juan Andrés, puesto que, según afirmó a continuación, el Club de Pelota de Fuentenovilla jugó campeonatos de España en frontón corto en Tercera Categoría. “José María Martín paseó el nombre de Fuentenovilla en su camiseta por Almería, Cádiz, Castellón Cuenca, Huesca, Madrid, Navarra, Palencia, Soria, Rioja, Cuenca, Teruel Toledo, Valladolid y Zamora, durante las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado”, señaló, reconociendo la calidad como deportista y persona del pelotari. Por último, Juan Andrés agradeció a los  jugadores de otras localidades su lucha y defensa del Club de Pelota de Fuentenovilla, y a las sucesivas corporaciones municipales, su apoyo, así como también el de bares y comercios, al ahora extinto club. Por último, Juan Andrés pidió un aplauso para Mateo López Ochoa, también presente en el homenaje,  “que fue el gestor de lo que estamos viendo”.

A continuación, los amigos de José Mari le hicieron entrega a la viuda de José María Martín, Anabel García Romo, y a su familia, de una camiseta firmada por todos ellos. Por su parte,  el Ayuntamiento, en la persona de Monse Rivas, le entregó una placa conmemorativa y un ramo de flores, algo que también hizo con la familia de José Román Sarmiento. Además, Pablo de la Torre regaló a la familia una camiseta firmada por los pelotaris estrellas de Garfe Pelota, la empresa que organiza tradicionalmente la exhibición.

Después del homenaje, en el que fueron muchos los que se emocionaron, se enfrentaron, en un primer partido, cuatro chavales de la cantera de Garfe Pelota. Ferarios y Pérez (rojos) se enfrentaron a  Orube y García (azules). Ganaron estos últimos por un apretado 22-20.

En el segundo partido, ya con profesionales, igualmente de Garfe Pelota, lo disputaron Urbieta II y Urrusola (azules), frente a E.Labaka y Zabala (rojos). Ganaron los primeros por un tanteo 25-20, en un partido emocionante e intenso. De los que le gustaban a José Mari.

En un sencillo acto en el que la que ha sido profesora del CRA  Pimafad de la villa alcarreña recibió, en la última fiesta graduación de sus niños, el cariño del pueblo, y su birrete y banda que la gradúan, también a ella, con matrícula de honor en humanidad.

Con motivo de su jubilación, la comunidad educativa de Fuentenovilla (Guadalajara), a iniciativa del AMPA del colegio, y detrás de ella todo el pueblo, le ha tributado un sentido homenaje a Beatriz Tabernero, por haber sido, durante 22 años, maestra del CRA Pimafad de Fuentenovilla. Natural de Alhóndiga, también en Guadalajara, Beatriz llegó a la villa alcarreña en septiembre de 1996. Aquel curso, había siete alumnos en el colegio. En años sucesivos llegó a haber hasta 52. En la actualidad hay 40.

Ahora, en los últimos días como maestra en ejercicio, se enorgullece de que tres de sus alumnas, Marta Abad, Isabel Alarcón y Nuria del Moral, hayan seguido sus pasos -Marta es profesora de Inglés en un colegio en Madrid, Isabel Alarcón lo es en la Escuela Infantil ‘Mi Pequeño Hogar’ de Fuentenovilla y Nuria acaba de terminar su carrera- pero también de que todos los que han llegado a su edad laboral hayan sabido iniciar sus carreras profesionales en diferentes ámbitos para ganarse la vida. “Estoy muy orgullosa de que hayan sido capaces de sacar sus vidas adelante. Ese el mejor premio que cualquier maestro puede tener”, dice orgullosa.

“Por nuestra vida pasan multitud de profesores que ponen su granito de arena para que los alumnos construyamos los cimientos de nuestra vida. A algunos los olvidamos con el tiempo, pero otros son recordados para siempre por la huella que dejan marcada en esos cimientos y en el corazón, como es el caso de la ‘profe’ Beatriz.  Si hay algo que la define, es su cercanía. Cuando llegó al colegio de Fuentenovilla éramos 7 alumnos. Ella consiguió que fuéramos una familia en la que también madres y padres participaban en el día a día del colegio.  Tengo que agradecer a Beatriz que lo que hoy soy, maestra, se debe en parte a ella y al ejemplo que nos trasmitió año tras año”, dice Isabel, que recuerda las fiestas de fin de curso que preparaba. “Ella misma cocinaba una paella para sus niños y para los padres”. Esta anécdota refleja la buena relación que existe en la comunidad educativa.

Si bien lo más importante para ella siempre fue la educación de sus alumnos -más de un centenar en todos estos años- también Beatriz ha puesto toda su energía en lograr la mejora de las instalaciones del CRA, “algo para lo que siempre he contado con el apoyo del Ayuntamiento, y especialmente de Montserrat Rivas, la alcaldesa, siempre sensible a todas nuestras demandas”, cuenta la profesora. Así, con el transcurso de los años, el colegio de Fuentenovilla ha duplicado las clases, pasando de dos a cuatro, y ha visto acondicionado el patio, en los primeros años de tierra, para convertirlo en una verdadera área de juegos. Tampoco existían, cuando ella llegó, ni la Biblioteca Blas de Salcedo, ni el auditorio donde ahora se llevan a cabo las representaciones y fiestas escolares. “Ha sido muy bonito, lograr entre toda la comunidad, mejorar las instalaciones y adecuarlas a las necesidades educativas de los niños en todos los sentidos”, dice la profesora.

Los dos hijos de Consuelo de la Torre han sido alumnos suyos. “Beatriz ha sido una profesora tan exigente como buena. A cada niño, como lo conoce perfectamente, siempre le ha pedido lo máximo que podía dar, y viceversa; todos han aprendido lo mejor de ella. Y haciéndolo, ha logrado que Fuentenovilla la quiera. Se merece su homenaje, que se ha ganado a pulso día a día durante más de dos décadas de ejercicio de su profesión”, dice Consuelo.

Y cuando a una persona la quiere la gente, se nota. Por eso, en la última de las ceremonias de graduación de sus alumnos que ha organizado Beatriz, “a ella misma la hemos graduado con matrícula de honor en humanidad”, dice Pablo de la Torre, concejal de Educación del Ayuntamiento de Fuentenovilla. La profesora de Fuentenovilla recibió toga y su birrete, y el aplauso unánime de padres y alumnos de diferentes edades, que encajó con la emoción de unas lágrimas hermosas, de alegría. “Me volvieron a demostrar que Fuentenovilla es mi segunda casa, y los fuentenovilleros, mi segunda familia. Me han hecho sentirme querida y respetada, desde el primer día hasta el último”, termina.