Existe en Albacete una pequeña nación, más pequeña que el Tíbet, pero no con menos pretensiones, donde un día un joven y pobre pastor se elevó contra una sociedad que le oprimía y condicionaba su libertad, como ya lo había hecho a sus ancestros. Entre las pocas herramientas que disponía, quiso contar solo con su audacia y el amor de los suyos, para, sin derramar una gota de sangre, vencer al rico Camacho y al sistema que le condenaba a la desigualdad, unos pocos beneficiarios quienes, sin méritos, vulneraban su dignidad y le pretendían arrebatar aquello que más amaba.
Y el amor de los humildes venció al interés de los pudientes
Capítulo XXI – 2ª parte Caballero Don Quixote
Donde se prosiguen las bodas de Camacho, con otros gustosos sucesos. «Consolado, pues, y pacífico Camacho y los de su mesnada, todos los de la de Basilio se sosegaron, y el rico Camacho, por mostrar que no sentía la burla ni la estimaba en nada, quiso que las fiestas pasasen adelante como si realmente se desposara; pero no quisieron asistir a ellas Basilio ni su esposa ni secuaces, y, así, se fueron a la aldea de Basilio, que también los pobres virtuosos y discretos tienen quien los siga, honre y ampare como los ricos tienen quien los lisonjee y acompañe».
Es por ello que el 20 de febrero, en la localidad de El Bonillo (Albacete), conmemoró ayer 20 de febrero el Día Internacional de la Justicia Social.
Es obvio porqué en el Bonillo no quieren sucumbir ante la cultura material imperante que nos arrastra a todos al olvido, porque serán muy pocos, en esta localidad, los que no desciendan de un pastor como Basilio o de una joven humilde como Quitaría.
Así ayer los vecinos de El Bonillo se unnieron a esa gran nación para conmemorar el Día Internacional de la Justicia Social.
Porque ¿qué cosa fuera de la masa sin cantera, tal vez solo un amasijo hecho de cuerdas y tendones o un revoltijo de carne con madera?