Después de que fuera suspendida por las inclemencias del tiempo el pasado fin de semana, la romería se celebró ayer, en un entorno natural excepcionalmente verde por las lluvias caídas en la primavera, y con un tiempo primaveral magnífico.
Como es tradicional en uno de los últimos sábados del mes de mayo, la pedanía de La Puerta (Trillo Guadalajara) celebró ayer la Romería a la Ermita de la Virgen de la Montealeja, o del Montealejo, que de las dos maneras dicen algunos lugareños que se puede decir, aunque los hay que aseguran que sólo de una, e incluso porfían con ello. A eso de las doce de la mañana, en la localidad trillana no quedaba un alma. Prácticamente todos los hijos del pueblo habían emprendido camino hasta el lugar, distante ocho kilómetros del caserío, y a algo menos de 20 de Trillo, si se va por el Camino del Vivero. Los más valientes, fueron andando.
Este año, el polvo blanco del camino estaba rodeado, gracias a las lluvias de los últimos meses, por todas las tonalidades posibles del verde. El calor que ha hecho esta semana, apenas ha dejado huella en el cereal, que sigue joven. La temperatura frisaba los treinta grados a mediodía, sin superarlos, y el viento, que llegaba del Oeste cargado de humedad, barruntaba que quizá este domingo vuelva a llover sobre La Alcarria.
A medida que iban llegando los porteños, y amigos y vecinos llegados de otras localidades hermanas, como Morillejo, Trillo o Azañón, se colocaban a la sombra de las frondosas encinas, colocados por familias, de acuerdo con el orden inmutable establecido. Las paredes encaladas de la ermita, albergaban a la Señora, bellísima e impecablemente vestida para la ocasión. A sus pies, los fieles iban dejando las ofrendas que luego se subastarían, a beneficio de la parroquia. Eran muchos los que se santiguaban y le hablaban en voz baja a la Virgen. A la altura de sus hombros, los exvotos dejados por los porteños, en agradecimiento por alguna gracia concedida.
Ofició la misa el párroco local Carlos San Félix, ayudado por once misioneros de la Comunidad de la Sagrada Familia que viven en el Sanatorio Leprológico de Trillo, y que, además se encargaron de engalanar la ceremonia con sus cánticos.
Cuando terminó la misa, los fieles sacaron a la Virgen delante del portalillo que tiene la Ermita. Allí, apoyadas las andas sobre una mesa con manteles blancos inmaculados, tomaba la palabra Gregorio Pérez, que fuera alcalde pedáneo de La Puerta hace unos años, y que lleva la voz cantante en la subasta, según dice el mismo, desde hace veinte años, aunque hay quien asegura que son muchos más. VER VIDEO
Mientras el subastero porfiaba y animaba para que subiera la puja, algunas nubes empezaban a algodonar el cielo. El aire, dulce del polen abundante, refrescaba mientras se oía la voz de Pérez preguntar aquello de “¿no hay quien dé más?, vamos hombre, no seáis tacaños…” Entre las ofrendas, dulces y licores, y también interesantes piezas de artesanía.
Gregorio le da su voz y su gracia a la subasta porque le gusta colaborar en las cosas del pueblo, y aún más si es en este día, “que es el más grande del año para nosotros” VER VIDEO. Cuando terminó la almoneda, los porteños sacaron en procesión a la Virgen por los alrededores de la Ermita, para después entrarla, con cuidado infinito, de nuevo en el templete. Antes de dar por terminada la ceremonia religiosa, los fieles cantaron el himno de la del Montealejo, que dice así: “Todos juntos en persona, en religioso cortejo, Te aclamamos por patrona, ¡Oh Virgen del Montealejo! (…) Con tu poderosa ayuda, caminaremos seguros, porque en la vida no hay duda, hallaremos trances duros”.
Un año más, allí estaba Trinidad Rodríguez, que el próximo día 11 de junio cumplirá 94 años. En el mismo centro de la explanada, sentada en una silla de plástico, dejaba que el aire le arremolinara su pelo rojo, teñido hace poco. “Seguiré subiendo mientras pueda”, aseguraba. Aunque la Virgen de la Montealeja la acompaña siempre, “porque bien grande la tengo en el comedor de mi casa”.
Cuando concluyó la celebración religiosa, cada familia se sentó en su lugar habitual, bajo las encinas, para compartir mesa y mantel. No faltaron la tortilla, los pimientos, los chorizos y embutidos caseros regados con vino. Acompañando los lugareños y a su alcaldesa pedánea, Beatriz González, estuvieron el concejal delegado de Barrios, José María Batanero, y la alcaldesa de Trillo, Lorena Alvarez Delgado.
La Vírgen de la Montealeja
En su origen, la Ermita se construyó con planta rectangular y una nave única a la que posteriormente se le añadieron dos cuerpos posteriores. Destaca en su construcción la utilización de piedra de sillar en las esquinas y vanos de las puertas, siendo de mampostería el resto del edificio.
La historia de la devoción a la Virgen de la Montealeja la cuenta un exvoto que se halla en la iglesia de La Puerta. Un labrador, natural del pueblo, había ido con su mula a por una carga de trigo a la vecina localidad de Gualda, famosa por su producción de ese cereal. A la vuelta, al pasar por uno de los vados del Tajo cercano al lugar donde se erige ahora la Ermita, la fuerza de la corriente pudo con labrador y caballería y, dicen los porteños, que de no mediar la señora, el hombre hubiera muerto ahogado. Desde entonces, los pueblos de Cereceda y La Puerta peregrinan al lugar en dos sucesivos fines de semana del mes de mayo.