Tras un año marcado por una crisis sanitaria que ha condicionado enormemente las vidas de la ciudadanía y que ha causado un gran impacto económico a nivel global, una vez más es la clase trabajadora la que paga las consecuencias en mayor medida.
La empresa REPSOL, que ha llegado a felicitar y considerar como imprescindibles y esenciales al conjunto de sus trabajadores en sus refinerías, anuncia en este mes de abril un ERTE en sus plantas de A Coruña, Puertollano y en su filial Petronor en Muskiz (Vizcaya), lo cual afecta a un total de casi 1000 trabajadores y trabajadoras que se ven abocados a un ERTE de 6 meses de duración, después de haber pasado un año adaptando sus jornadas laborales, incluso con horarios de 12 horas continuadas, para garantizar la actividad industrial.
Los motivos del ERTE que traslada REPSOL a la representación de los trabajadores y trabajadoras son exclusivamente de organización y producción, ante lo cual los comités de empresa se posicionan exigiendo la acreditación de estos motivos, para ellos no reales ya que la producción sigue, pero derivada a otras plantas. Los motivos de producción, sin ser económicos, no pueden afectar directamente a las plantillas; menos aún cuando Repsol es una empresa que intenta caracterizarse por su gran responsabilidad social, y que además ha obtenido ingentes beneficios en el último año, con un beneficio neto ajustado de 320 millones de euros y un beneficio operativo de 1009 millones de euros y acaba de anunciar un beneficio de 648 millones en el primer trimestre del año.
Estas razones supuestas de producción, no justificadas por ahora por parte de la empresa, llevan a pensar que el plan de Repsol pueda ser más ambicioso.
No es baladí que Repsol anuncie el ERTE el 8 de abril, tan solo un día después del anuncio del comienzo de la negociación del acuerdo marco que disminuye considerablemente las condiciones laborales de sus plantas, con una rebaja salarial de hasta el 10%, y en el mismo día en el que se estaba aprobando en el Congreso de los Diputados la Ley contra el cambio climático.
Por todo ello, desde las agrupaciones de Izquierda Unida de Puertollano y A Coruña, queremos manifestar el apoyo a las plantillas y sus familias, así como a todos los trabajadores y trabajadoras que de forma indirecta quedarán también afectados.
No nos jugamos únicamente las condiciones de estas plantillas duramente golpeadas, nos estamos jugando el futuro industrial del país. Ante esto, exigimos una política industrial activa y valiente que, en el camino hacia la transición energética, garantice que esta será justa y que no dejará a nadie atrás.
Exigimos también a Repsol que asegure y garantice la supervivencia de las plantas y de los empleos, tanto directos como indirectos, mediante un urgente plan de inversiones y mejoras que aseguren el futuro industrial de todas sus refinerías, adaptados a los nuevos marcos normativos frente al cambio climático.