De la mano de los escritores toledanos Camarena Alonso y Francisco de Paz Tante, ha visto esta tarde la luz, en el Centro Social Santa María de Benquerencia, de Toledo, la nueva novela de Consolación González Rico, editada por la editorial Premium.
Consolación González, natural de Torrecilla de la Jara (Toledo) y autora de éxito, además de finalista de la L edición del Premio Planeta, en el año 2001, con cinco novelas en el mercado, afronta ahora una historia de desgarro emocional, capaz de despertar lo sentimientos de los lectores y su identificación con los protagonistas.
La novela recién presentada, titulada ‘La vida que perdimos’, es la secuela de uno de sus libros más reconocidos, galardonado con el X premio de Narrativa Alfonso VIII de la Diputación de Cuenca.
Una mujer de la Oretana, que da pie a esta segunda historia de personas comunes en épocas históricas muy determinadas en nuestro país, se desarrolla en Los Montes de Toledo y presenta a una sociedad que lucha por las libertades tras la Constitución de 1869, y lo hace a través de la voz de una mujer, Crisanta, capaz de superar todas las dificultades que la vida le propone.
Consolación González nos cuenta ahora, en ‘La vida que Perdimos’, las vicisitudes del hijo y el nieto de Crisanta y los avatares de la vida y de la historia.
Ricardo, un viejo artista de origen español que habita en uno de los pintorescos edificios del centro histórico de Poitiers, no tiene más vínculos con el mundo actual que Madeleine, la joven que acude cuatro horas cada día para ocuparse de la limpieza y prepararle la comida. El resto del tiempo, las paredes muestran a Ricardo los jirones de la soledad que lo acompaña.
En las letanías de su insomnio, planeando sobre la neblina húmeda del río Boivre que empaña los cristales del salón y lame las cúpulas de las catedrales, la lucidez de su pensamiento le conducirá por la pendiente vertiginosa del recuerdo, ávida por recomponer el mosaico de su vida: los juegos de su infancia, la celebración de la II República por las calles de Talavera, los años de guerra en el pueblo de su abuela Crisanta, cuando su padre luchaba en el frente por las libertades perdidas; el miedo y el exilio por los caminos de la noche atravesando la frontera francesa; el éxodo bajo las estrellas huyendo de la ocupación alemana; la reclusión en el campo de Gurs; sus vuelos de águila por torres y campanarios junto a su padre y su hermano Carlos, dejando en iglesias y catedrales la impronta de su talento y su arte.
Y entre la ensoñación y la consciencia, aquel retorno breve a la España de los años 50 que le devolvería, con la brevedad de un sueño efímero, la esencia de la vida que perdimos.
Tanto Francisco de Paz Tante, que ha mostrado la realidad de la etapa histórica que refleja la autora en su novela, como Macarena Alonso, encargada de glosar la figura literaria de Consolación González, han resaltado la calidad de esta novela, capaz de reflejar a toda una generación de españoles obligados a retar a su propio destino por los acontecimientos políticos y sociales.