Sigüenza vivió el recogimiento de la Procesión del Silencio, que recorrió la catedral y después las calles de la ciudad en medio del respeto y la devoción, en una ciudad que en estos días tiene todas sus plazas hoteleras y hosteleras plenas de ocupación.
El tiempo primaveral, soleado en general, pero que ayer dejó escapar alguna gota de lluvia en las horas centrales del día, ha propiciado la afluencia masiva de visitantes a la ciudad de Sigüenza en Semana Santa. Desde el pasado miércoles y hasta ayer sábado, todas las plazas hoteleras y hosteleras de la ciudad han estado ocupadas, lo que son buenos datos turísticos al final de este periodo vacacional de la recién comenzada primavera.
Como ocurriera por primera vez el año pasado, el Domingo de Ramos hubo una concentración de todos los integrantes de la Cofradía de la Veracruz y el Santo Sepulcro, tanto hermanos de carga como hermanos de vela y músicos de la banda, en la iglesia de San Pedro. Tomó allí la palabra Julián García, abad de la Cofradía, recordando el sentido de la Semana Santa. A continuación, los cofrades desfilaron, formados, al son de los tambores de la banda de la Veracruz, hasta la Ermita de las Ursulinas. Desde allí, y por la tarde, salió la procesión del Domingo de Ramos, que es especialmente vistosa porque procesionan todos los pasos de la imaginería seguntina, a excepción del que representa la entrada de Jesús en Jerusalén, que había salido esa mañana.
El pasado Lunes Santo, las cámaras de Televisión Española (España Directo) retrasmitieron la procesión vespertina, que finalmente sí pudo salir, después de un comienzo de tarde lluviosa. Los armaos trasladaron, desde la Catedral hasta la parroquia de San Vicente, el paso de la Oración del Huerto, saliendo de la ‘Fortis Seguntina’ por la Puerta de los Perdones, dirigiéndose entonces a la Plaza Mayor y subiendo por la calle de igual nombre hasta la Travesaña Alta, para finalizar su recorrido en la iglesia románica. Desde el año pasado, se traslada también a San Vicente el paso de ‘La Flagelación’.
En la década de los cincuenta del siglo XX, el Martes Santo el paso de ‘El Cirineo y la Crucifixión’ se llevaban desde la iglesia de las Ursulinas a la Catedral desembocaban en el recinto catedralicio. Hoy día, este martes, se trasladan desde la Catedral a la parroquia de Santa María ‘El Beso de Judas’ y la ‘Virgen Dolorosa’ finaliza en la mencionada parroquia.
En 1803 la Cofradía dispuso que «convendrá que los hermanos más antiguos suban la noche del Jueves Santo a la Catedral a Nuestra Señora y los armados el Santo Sepulcro». En la actualidad se suben la tarde del Miércoles Santo, aunque no es una procesión sino un traslado solemne de los pasos, acompañados por el abad, los armaos -vestidos con chaquetilla, calzón y medias negras, camisa blanca y faja negra- y numeroso gentío. Salvo en los entierros de los armaos, el Miércoles Santo es el único día que llevan la faja negra.
El viernes, por la mañana, salía una de las procesiones más esperadas de la Semana Santa seguntina, una de las que destaca siempre Felipe Carrasco, presidente de la Cofradía. Partiendo de cada una de las tres parroquias, la de San Pedro, desde la Catedral, la de Santa María y la de San Vicente, todas se encuentran en la Plaza de Don Hilario Yaben. Desde allí, juntas, llegan hasta la ermita de la Vera Cruz.
El tiempo quiso respetar las tradiciones. Con sol y alguna nube que llegó a velar en algo al astro rey por la mañana, cayó alguna gota a mediodía, pero de nuevo hubo cielo despejado para que saliera la Procesión del Silencio en la tarde noche del viernes. Fue entonces cuando la ciudad revivió la solemnidad del que sin duda es el momento más emotivo de la Semana Santa doncelina. El sermón de la Soledad lo ofició Julián García, canónigo responsable de Patrimonio en la Catedral y abad de la Cofradía.
El Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad le dieron una vuelta al interior de la Catedral, para salir después al atrio y bajar, por la calle del Cardenal Mendoza, hasta la ermita de San Lázaro. La Banda de Música de Sigüenza interpretó entonces el himno nacional, a la salida de las imágenes. En el patio catedralicio no cabía un alfiler. Cientos de personas quisieron contemplar, con el máximo respeto, las espectaculares panorámicas que componen las tallas, portadas por los armaos, con la bellísima portada de la Catedral de fondo. Acompañando la procesión estuvieron José Manuel Latre, presidente de la Diputación Provincial y alcalde de Sigüenza, Juan Antonio de las Heras, senador y una representación de la Diputación Provincial y de la corporación municipal, entre otras personalidades.
Junto a las imágenes del Santo Entierro y de la Virgen de la Soledad, y a los costaleros de la Cofradía de la Vera Cruz y Santo Sepulcro, iban las hermanas Esclavas de la Soledad, acompañando la procesión con sus velas y luces, y cánticos de duelo. Delante de las imágenes, siempre la banda de cornetas y tambores de la Cofradía, añadiéndole solemnidad musical al momento. Llegada la procesión a la Ermita de San Lázaro, Julián García, presidente de la Cofradía, llamó por tres veces a la puerta, respondiendo a la pregunta del interior con el “abrid a Jesús el Nazareno”, en el momento álgido de la Semana Santa de la ciudad.