Se enfrentará en la final a Alejandro Adame, en una novillada de luces que se va a celebrar el próximo sábado, día 15 de agosto.
La Plaza de Toros de Pastrana ha acogido este fin de semana la segunda semifinal del II Certamen Taurino Villa de Pastrana. Sita en la Plaza del Mercado de los Moriscos, fue inaugurada oficialmente en 1885, siendo la plaza de toros más antigua de la provincia de Guadalajara. Y este sábado, en la Plaza más antigua, tres chavales tenían la oportunidad de acercarse a su sueño de ser toreros.
Al igual que en 2014, el Certamen se ha planteado en dos semifinales y una gran final. El sábado, día 2 de agosto, competían tres alumnos de la Escuela Taurina de Guadalajara. El público decidió, por votación, depositando en una urna la papeleta con su elección del mejor de los tres novilleros que toreaban en el primer festejo. Los pastraneros votaron mayoritariamente al mejicano Alejandro Adame.
Y este sábado competían, también en formato de clase práctica, otros tres alumnos, pero en este caso del CITAR (Centro Internacional de Tauromaquia y Alto Rendimiento), que tiene su sede en la vecina localidad de Fuentelencina. De nuevo el público se decidía por otro mejicano, Ricardo de Santiago. De Santiago y Adame se enfrentarán en la gran final que se va a celebrar el sábado, día 15 de agosto, en el mismo escenario, pero sustituyendo el formato de clase práctica, con becerros, por el de novillada de luces.
El sábado se lidiaron tres becerros, reses de un año, siempre con menos de 24 meses de la ganadería de Los Maños, proveedora también de los otros dos festejos pastraneros. El director de lidia fue Luis Miguel Encabo, director artístico del CITAR. El primero, de nombre Lorenzo, negro zaíno, lo toreó Ricardo de Santiago, novillero de San Luis de Potosí (Méjico), que lleva dos años viviendo en Fuentelencina. “De salida he ido a por todas. El año pasado ya había llegado a la final, y salí con muchas ganas de repetir. Sabía lo que quería hacer desde el principio. He estado bien con el capote, con un novillo que se ha dejado mucho, y he cometido errores típicos de precipitación por las ganas de hacer las cosas. Por mostrarlo todo en un momento, quizá he ahogado al becerro, pero me he sentido a gusto en la cara del toro, bien con la muleta. Noto que la afición de Pastrana me tiene mucho cariño”, decía el chaval, antes de saber que era el ganador. El mejicano despachó a su enemigo con una media muy efectiva, “que se me ha quedado un poco en la cara, pero que ha funcionado”. Satisfecho con su actuación, De Santiago confiaba en la afición. “No me he dejado nada, en banderillas no he dado todo, y he intentado demostrar que cada año crezco como torero”. Confianza que, como ocurriera el año pasado, fue ratificada por el público con sus votos, y por la presidencia, que ostentaba el concejal Carlos Largo, que premió su faena con una oreja. “He dejado mi familia, mi país, mis amigos, lo he dejado todo por ser torero. Es lo más grande y es lo que quiero ser”, decía el chaval ilusionado.
José Rojo, de Trujillo (Cáceres), lidió a Pantalonero, el segundo de la tarde, también negro zaíno. El chaval lleva dos años formándose en Fuentelencina, donde recibió su bautismo taurino. “Mi experiencia en el CITAR es inolvidable, no paramos de entrenar, y nos tratan como a sus propios hijos”, así resumía su sueño el cacereño. Sobre su actuación, el chaval decía que el becerro “esperaba mucho; con el capote no he podido estirar como quería a la verónica por el viento, pero con la muleta me he encontrado muy a gusto, he podido bajar la mano y ha repetido, era un novillo importante, bueno, pero tenía sus teclitas que tocar”. Rojo acertó a la primera con una buena estocada, “la espada estaba en su sitio, peo no ha querido caer”, decía el novillero, que al final utilizó el descabello. Cortó una oreja.
El tercer becerro, Saltacancelas, lo lidió Juan Romero, un cordobés que también lleva dos años en el centro. “Mi experiencia en el CITAR es muy positiva, vivimos la vida del torero, con los cinco sentidos puestos la 24 horas del día en nuestro sueño, entrenado, con compañeros que te apoyan, con buen ambiente y también con competitividad”, decía el sábado.
Sobre su actuación, Romero decía que “pensaba a priori que el becerro iba a romper a más, porque tenía buen son, buen ritmo y con el capote había hecho cosas muy buenas”, explicaba. Ya en la lidia con la muleta el animal “ha tenido cosas más de bravucón, esperando un poquito, protegiéndose en las tablas, y, aunque ha sido reservado y con un pitón menos claro, por lo menos se ha movido”, decía. Romero mató a la segunda, “en la primera he pinchado adelante, y luego me he tirado encima, y se me ha ido un pelín baja”. Al igual que sus compañeros, no hay otra cosa en el mundo que desee más que ser torero, “si no, no estaría aquí sacrificando mi juventud, y creo que lo voy a conseguir”, terminaba. La presidencia premió su actuación con una oreja.
En el palco de autoridades estaban el alcalde de Pastrana, Ignacio Ranera, que subrayaba que la apuesta del Ayuntamiento de Pastrana por las escuelas taurinas de Guadalajara, y el subdelegado de Gobierno en Guadalajara Juan Pablo Sánchez.
