Manuel Úbeda Rullo, presidente de la Asociación de Tintorerías y Lavanderías de Castilla La Mancha (Tilycam), he pedido al Gobierno que “haga una distinción entre la pequeña tintorería y lavandería y la lavandería industrial sanitaria y no sanitaria y que no estemos obligados a abrir por decreto porque no somos un servicio de primera necesidad y desempeñamos un trabajo que ni mucho menos es de fuerza mayor y más cuando la salud está en juego”.
El comunicado que hace referencia a nuestro colectivo en el Real Decreto 463/2020 es muy genérico y, como he dicho anteriormente, habría que diferenciar entre las lavanderías industriales situadas en polígonos que realicen servicios a hospitales de las que lo realizan en el sector de la hostelería y de la pequeña tintorería de barrio encargada de la limpieza con agua de ropa personal y de hogar como edredones y mantas y de la limpieza en seco con percloroetileno de abrigos, trajes y vestidos, en especial de grandes eventos como comuniones, bodas las cuales han sido canceladas. Estas dos últimas se han quedado sin trabajo, como la mayoría de los sectores y, sin embargo, están obligados a abrir sin tener capacidad para hacer frente al coronavirus.
Las lavanderías hospitalarias tienen unos protocolos, instalaciones y logística de transporte específicos con los que pueden atender adecuadamente la demanda cuando el resto del sector carece de todo esto y, por lo tanto, no veo coherente mantener abiertas unas instalaciones que no son imprescindibles cuando todas las recomendaciones obligan a mantener la cuarentena en nuestros domicilios.
Porque no somos imprescindibles y si responsables con la actual situación.
