En esta asamblea se pasará revista a los diversos problemas relacionados con la energía nuclear que tenemos en la Península Ibérica.
En particular se valorará cual es la situación del Proyecto de Almacén Temporal Centralizado (ATC) de Villar de Cañas (Cuenca)
El Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA) está constituido por una centena de organizaciones ambientales y sociales de España y Portugal y su objetivo es conseguir liberar a la Península de la amenaza nuclear. La implicación de las organizaciones portuguesas se debe a los impactos transfronterizos de las instalaciones nucleares españolas, especialmente a través de los ríos Tajo y Duero. La central nuclear de Almaraz, refrigerada por el Tajo, supone un claro riesgo para los habitantes del país vecino y el proyecto de mina de uranio de Retortillo-Santidad (Salamanca), también lo sería si finalmente se explotara, pues está en plena cuenca del Duero.
La elección de la ciudad de Cuenca para realizar la asamblea, se debe a que queremos realzar el riesgo que supondría la construcción del ATC en Villar de Cañas. Los terrenos son claramente inapropiados, como demuestran varios informes geológicos encargados por el propio Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Pese a estos informes tan negativos, este organismo ha informado favorablemente para la elección de este emplazamiento, por lo que le Ministerio de Energía ha otorgado la Autorización de Emplazamiento. Pero, además, el CSN ha emitido ese informe favorable sin estar completa la caracterización de los terrenos, como demuestra el hecho de que ENRESA continúa realizando catas, mediciones y pruebas. Mediciones que, por cierto, han sido duramente criticadas por los inspectores del CSN al considerarlas deficientes y contradictorias (véase el acta CSN/AIN/ATC/17/08) [1]. La paralización de este proyecto es meramente de sentido común, a la vista de las características de los terrenos y del valor natural que suponen. Este es uno de los principales desafíos que encara el MIA en sus campañas futuras.
El objetivo central del MIA es que no se prolongue el funcionamiento de las centrales nucleares españolas más allá de los permisos que tienen concedidos. En primer lugar, por los riesgos que entrañan y por la generación de residuos radiactivos. Pero también porque suponen un freno a un cambio en el modelo energético de este país. Las nucleares han supuesto un freno para la introducción de renovables y motivan que, muy a menudo, no se pueda usar toda la potencia renovable disponible, al no ser regulables. De hecho, en 2014, se desperdició potencia eólica equivalente al 14% de la energía eólica disponible por no poder apagar las nucleares.
[1] https://www.csn.es/documents/10182/893666/Inspecci%C3%B3n%20para%20realizar%20comprobaciones%20respecto%20a%20los%20resultados%20del%20plan%20de%20actividades%20complementarias%20para%20la%20caracterizaci%C3%B3n%20del%20emplazamiento%20del%20ATC