En la que ha sido la misión óptica número 100 de la Fundación, tras su constitución, hace 17 años, en septiembre del año 2000
Hace unos días, regresaban de Tanzania las dos cooperantes voluntarias que han llevado a cabo la misión óptica número 100 de la Fundación Cione Ruta de la Luz desde su constitución, allá por septiembre del año 2000.
La donostiarra Leire Martínez y la toledana Mónica Muñoz han revisado la vista de 451 personas en la localidad de Newlands situada a unos 15 km de Moshi, ciudad del Norte de Tanzania conocida por el turismo de safaris y el Kilimanjaro. Mónica era la veterana del proyecto. Repetía experiencia en Tanzania. Al igual que ocurriera el año pasado con Arturo Casas, ha formado un maravilloso equipo de trabajo con Leire, contando con la inestimable colaboración de la ONG Born To Learn, la contraparte local con la que han trabajado nuestras ópticas-optometristas.
Newlands cuenta con una población de 7.000 habitantes, que trabaja, principalmente, en la plantación de caña de azúcar. La comarca está deprimida económicamente con respecto al resto de la región y la gran mayoría de sus habitantes no dispone de agua corriente -tampoco con acceso directo a agua de calidad- ni electricidad en sus casas.
De origen español, Born To Learn regenta en la comarca el Hostel Karibu, en el que se alojaron Mónica y Leire, así como el colegio homónimo. La ONG dedica los beneficios del Hostel Karibu, siempre turísticamente muy solicitado por el enclave natural en el que está ubicado, a la financiación de sus proyectos de cooperación. En la escuela BTL estudian enseñanza primaria 137 niños de 5 a 16 años. Uno de sus objetivos es que sus alumnos aprendan inglés, un idioma sin el que no tienen acceso a la secundaria.
Mónica Muñoz y Leire Martínez llevaron a cabo su trabajo optométrico en las instalaciones del centro de enseñanza. Allí, las voluntarias montaron una óptica itinerante con el material de que disponían. Una parte había quedado en depósito en año pasado, en la primera misión a Tanzania, mientras que ellas mismas transportaron el resto del equipo necesario. Las cooperantes trabajaron en el interior de un módulo sin electricidad, adaptándose a las circunstancias, pero sin perder la sonrisa. En otra sala diferente, instalaron el puesto de revisiones visuales.
En un periodo de seis días, llevaron a cabo las 451 revisiones citadas, principalmente a niños, pero también a adultos residentes en Newlands y en otras localidades cercanas. El personal de BTL se encargó de organizar la asistencia de los menores. En este sentido, las voluntarias contaron con la colaboración de una voluntaria de la ONG que ayudó con la logística de la misión. Los adultos fueron informados de la presencia del equipo por BTL a través de un “tangasa”, o vehículo con altavoces. Así, los interesados asistían al colegio donde eran revisados por nuestras ópticas-optometristas. Un profesor del centro ejercía las veces de traductor cuando era necesario. Al finalizar su labor, habían prescrito 235 gafas. En unos casos, los de las graduaciones más habituales, las gafas fueron entregadas in situ, puesto que el equipo llevó desde España gafas nuevas premontadas. El resto están siendo ensambladas por los talleres solidarios de la Ruta de la Luz en España, para que les sean entregadas a sus destinatarios por BTL en unos días.
Desde el punto de vista profesional, las voluntarias encontraron hasta 110 patologías o enfermedades oculares, incluidos 66 casos de hiperemia y 30 de cataratas, es decir, que una de cada cuatro personas revisadas padecía una enfermedad ocular. La hiperemia, u ojos rojos, tenía diferentes causas, como la sequedad del ojo, una exposición prolongada al sol sin protección, polvo u otras partículas en el ojo, alergias, infecciones o lesiones.
En las conclusiones de su informe técnico, las dos ópticos-optometristas recomiendan mantener en el tiempo la revisión de la población infanto-juvenil en la comarca, para detectar con ello los pocos, aunque importantes, casos de ametropía, de manera que no lleguen a truncar el aprendizaje de los niños, pero sobre todo, de la población adulta, mayor beneficiaria por prevalencia, de las ayudas visuales.
Además, las voluntarias también encontraron tiempo para la concienciación a los niños del colegio. El último día de estancia en Tanzania, les hablaron sobre la importancia de la salud visual y del uso de las gafas, recalcando la importancia de la salud visual para aprender o jugar, y, sobre todo, lo importante que es usar las gafas cuando son necesarias. Además, con ayuda de los dispositivos electrónicos, les mostraron las partes del ojo y sus funciones.
Para Leire, “profesionalmente hablando, en Tanzania he aprendido muchísimo, ya que las circunstancias te obligan a afrontar situaciones que en el día a día de la óptica no se te presentan, y que además hay que resolver con menos recursos y tecnología que en el gabinete”. Por otro lado, la donostiarra subraya que estas misiones ópticas “pueden cambiar la vida cotidiana de la persona a la que atiendes. Pones todo tu empeño en hacer tu trabajo lo mejor posible y en afinar la refracción al máximo. La felicidad que sientes cuando ves que ganan una línea… dos… ¡todas!, es indescriptible. Ellos sonríen. Tú, más”, cuenta.
Para Mónica ésta ha sido su tercera campaña internacional, “pero quizá la más especial, desde el punto de vista personal”. Según la toledana, el hecho de repetir destino, la ha unido más a él. Además, su segunda experiencia africana, “me ha hecho amar aún más mi profesión”. De siempre había sido una gran entusiasta de la Óptica, pero comprobar que “una cosa para mi tan cotidiana como es mi trabajo pueda cambiar la vida de las personas, es conmovedor”.
Cuando Mónica y Leire llegaron el primer día, había cola de espera para ser atendidos por ellas. “Cuando nos bajamos del ‘dala-dala’ y vimos sus caras de ilusión, y a la vez de incertidumbre, sentí una alegría enorme. Esperaban a las ‘doctoras Macho’, como ellos nos conocían, para, con nuestra ayuda, ver mejor. Se les iluminaba la cara cuando le decíamos que en dos o tres meses iban a recibir sus gafas, y que con ellas, iban a poder hacer cosas que hasta el momento no eran capaces, por problemas de visión, como por ejemplo, coser, leer o conducir. Teniendo en cuenta que gran parte de la población femenina se dedica a la costura y que esa labor es el principal ingreso económico de sus familias, una buena visión de cerca supone la diferencia entre poder llevar un plato de comida a la mesa ese día o no”, termina Mónica.