La ermita de san Juan construida sobre un viejo almacén de grano
Cinco años de “La Música en tu Barrio” celebraba anoche la banda quintanareña de UMQ en esta quinta edición, el colectivo musical escogio celebrar el concierto en la calle Jacinto Benavente del conocido Barrio de San Juan en Quintanar de la Orden (Toledo).
A las puertas de la Ermita San Juan la Unión Musical Quintanareña (UMQ) ofrecía ayer noche extenso y extraordinario concierto. Bajo la dirección del albaceteño Santos Gabaldón, la banda interpretó en la primera parte del concierto una selección de pasodobles de Emilio Cebrián, Martin Domingo, Vicente Portolés, Quitín Esquembre, Jaime Texidor y Francisco Alonso.
Un entretenido concierto que gustó al numeroso público asistente y que se cerró con las conocidísimas piezas, Paquito Chocolatero y Campanera.
El concierto fue presentado por un vecino del barrio se encargó de introducir al público asistente en la historia y el día a día de joven barrio quintanareño. A la finalización del mismo,.
El concierto contó con la asistencia de Juan Carlos Navalón, alcalde de Quintanar de la Orden, gran parte de concejales de su equipo de gobierno, Begoña Molina, concejala del grupo Ciudadanos; Juan Carlos Vela, concejal del grupo popular y miembros de la Junta de Directiva de la Asociación de Moros y Cristianos de Quintanar
Destacar que en el barrio quintanareño de San Juan nacieron ahora se cumplen 24 años las fiestas las Fiestas de Moros y Cristianos, que desfilaron dos escudaras una Mora “Filibus y Otra Cristiana “Doña Ximena” que estuvieron acompañados por la sociación alkasar de la vecina localidad de Alcázar de San Juan). Unas fiestas que tuvieron su mayor esplendor a finales de los noventa y donde hoy sobrevive a duras penas: De ahí que la UMQ también incluyera en la segunda parte de su programa marchas moras y cristianas y algún pasodoble más de los compositores Pérez Ballester, Salvador Salviá, Bernabé Sanchís, Miguel Picó y Gustavo Pascual Falco
Sobre la Ermita de San Juan
La ermita de san Juan construida sobre un viejo almacén de grano propiedad de la familia Juan Justo Dupuy, este viejo espacio fue donado por esta familia quintanareña a la entonces asociación de San Juan tras llegar a un acuerdo de administración y organización con el propietario de hermandad de San Juan Bautista que procesiona en la Semana Santa Quintanareña.
La nueva dirección procesionan en ese año con la carroza que tiene la hermandad y el problema surge a la hora de guardar esta para otro año. Aquí surge la idea que sea el vecino del barrio, Juan Justo Botija Dupuy quien en las amplias zonas de las que dispone se guarde hasta encontrarle la ubicación definitiva. Fue entonces y en plena calle y frente a su casa cuando Juan Justo Botija Dupuy ofrece hacer una nueva ermita de San Juan, que sustituya a la anterior ya desaparecida.
La entonces dirección de la asociación aceptan el reto y comienzan con la obra con la división de la nave granero. Por aquel entonces un reducido grupo de vecinos no menos de cinco y no más de diez emprenden la grata e impagada tarea de construir lo que es hoy la ermita de san Juan siendo las jornadas de trabajo en sábados y domingos y festivo así durante algo más de dos años.
Decir que si bien fueron un reducido grupo los que en ella trabajaron, si fueron muchos los que aportaron donativos, por ejemplo el propietario del local dono las hojas de la puerta principal; dándoles la forma de medio punto el carpintero Manuel Iniesta, con maderas viejas, o como el vecino del barrio Aniceto Blanco, dono las ruedas de una vieja galera para hacer la mesa que preside el altar, que fue montada por Manuel Zarza en taller. O por ejemplo, que la colocación de la puerta principal y su forma fue construida por el constructor Ángel Añover, siendo la única parte que se pagó, ya que todo el material empleado fue adquirido gracias a los donativos recibidos por empresas de Quintanar de la Orden y el conjunto de todos los vecinos de la localidad, así por ejemplo, el terrazo fue pagado gracias a que muchos de estos vecinos compraron una o varias baldosas la cual donaban para su posterior colocación.
La pintura de la ya acabada ermita fue obra de generosidad del decorador local Enrique López, no cobrando nada ni por el tiempo empleado ni por los materiales aportados.
La Talla de San Juan, fue obra del escultor quintanareño, Felipe Torres, y pagada en su totalidad por Juan Justo Botija Dupuy.
La ermita fue inaugurada por Marcelo González Martínez, cardenal primado de Toledo y siendo párroco de Quintanar Marcelino Casas