El cuarteto checo dejó sorprendidos a propios y extraños con la puesta en escena de toda una exhibición instrumental y de cualidades musicales en lo que fueron tres estrenos absolutos de las cuatro obras que se interpretaron con la presencia de los propios compositores, dos de ellos venidos desde Praga
La ermita de la Piedad en la localidad de Quintanar de la Orden (Toledo) fue el escenario elegido por la organización de la vigésimo tercera edición del Festival Internacional de Música “La Mancha”, que se está celebrando realiza en la localidad toledana del 2 al 17 de julio, para cerrar el primer ciclo de conciertos en el ecuador de este evento musical y cultural de primera magnitud.
El cuarteto checo, “Fama Q”, interpretó cuatro obras musicales de la más rabiosa vanguardia actual de cuatro compositores, dos de ellos venidos directamente desde Praga, de los que tres fueron estreno absoluto de sus composiciones. “In situ” disfrutaron el director artístico del Festival, Manuel Millán, y los checos Petr Bakla y Jacub Rataj, concluyendo esta exhibición instrumental y de alto poder creativo e interpretativo con la pieza “La Flecha del tiempo” realizada por Consuelo Díez, directora artística del festival.
Entre el público asistente, además de los citados directivos del Festival Internacional de Música de Quintanar de la Orden, Consuelo Díez, y Manuel Millán, Julio Fernández, primer teniente de alcalde, y los concejales José Ángel Escudero, de Cultura; José María Viller; Piedad Heras, así como Stanislav Skoda, director del Centro Checo en Madrid.
El acto fue presentado por el concejal de Cultura, que deseó que todos disfrutaran de un “atrevido concierto de altos vuelos creativos preparado para sorprender” y sobre todo de los tres estrenos “algo de lo que siempre se caracteriza este Festival”.
Por su parte, la directora artística, se encargó de presentar al Cuarteto y el repertorio que interpretarían en este quinto día del Festival de Música de La Mancha “en un hecho como es el de traer tan amplia variedad musical a un evento del que tenemos que sentirnos orgullosos”, dijo. Poco antes, ante los medios de comunicación Consuelo Díez hacía un balance “muy positivo” de los conciertos que se han desarrollado, destacando sobre todo “la participación de público de todas las edades y de diferentes lugares, y el respeto y silencio con el que han atrapado los sonidos”, para concluir afirmando que desde la organización del Festival “siempre apostamos por el prestigio y la categoría de cada una de las actuaciones como sello de identidad de este evento”.
Valoraciones a pie de estreno de los cuatro compositores: De la filosofía a la física cuántica
Cuando terminó el concierto de Fama Q, el conquense Manuel Millán de las Heras, cuya obra “Tres miradas sobre versos de Garcilaso de la Vega”, fue la encargada de abrir el espectáculo dominical, narró que fue compuesta en el año 2000 y se llevó el primer premio del concurso internacional “Manuel Castillo” de Sevilla en ese año “aunque por circunstancias no pudo ser tocada entonces. Con lo cual tenía una espina clavada con esta obra porque es una de las más grandes que he compuesto y que más satisfacción me ha dado”.
“Haberla oído por primera vez aquí, en Quintanar de la Orden, en el Festival de Música que forma parte de mi vida, añadió el director técnico de este evento, y en un espacio tan especial para la acústica y el sonido como es la ermita. de la Piedad, ha sido excelente. Los músicos de Fama Q han captado perfectamente todo lo que se quería expresar con nada de ensayo y me produce una gran satisfacción porque demuestra que lo que has escrito es fácilmente entendible por el intérprete.”
Millán aseguró que sus composiciones a principios del año 2000 “siempre partían de ideas poéticas antiguas, renacentistas, y en este caso, no he intentando tanto describir los versos como utilizarlos de punto de partida expresivos sobre lo cual yo construir toda mi literatura creativa. Intenté, dijo, que fuera permanentemente dramático y que durara los 18 ó 20 minutos, iniciando el primer movimiento desde la ansiedad, el segundo desde una melodía más onírica, para acabar con una relajación con cierta ironía, porque el drama siempre se convierte en algo muy irónico”.
Manuel Millán encasillaba su música en un concepto musical “actual. En el siglo XXI, con una educación y alcance de la cultura y las tecnologías tan universales, lo contemporáneo y vanguardista adquiere un concepto innovador y abierto que va más allá, con mucha libertad, porque las disonancias sonoras están emancipadas debido a que el mundo del jazz y del rock ha liberalizado mucho la música clásica actual”.
En palabras parecidas a Manuel Millán de las Heras se expresó Consuelo Díez, cuya pieza, “La Flecha del Tiempo”, con la que concluyó la tarde, no era un estreno absoluto. “Pero ha sucedido algo, narró, que me ha sorprendido y que siempre sorprende cuando hay alguien que toca por primera vez tu obra. Esta noche, Fama Q, lo ha vuelto a hacer, me ha sorprendido porque han captado a la primera sin casi ensayar, la esencia de la obra y lo que yo quería decir con mi composición. Es para mí una grandísima satisfacción, argumentó, porque digo yo, que algo bueno habré hecho al escribir esta obra, al haber entendido los músicos todo lo que yo quería decir sin haberlo tocado antes”.
Díez explicó que su fuente de inspiración para componer esta obra fueron las teorías del tiempo de Stephen Hawking y “lo titulé así porque él habla en su libro de las flechas del tiempo, en las que enumera tres, termodinámica, sicológica y cosmológica, que se corresponden con cada movimiento de los tres que se compone la obra que hemos escuchado aquí y que además se corresponden con los tres timbres del cuarteto que hoy ha tocado aquí: El timbre del violín, el de la viola y el del violonchelo, con lo que cada movimiento, tenía su solo de ese instrumento.”
“De la física cuántica, explicó, lo trasladé a la música teniendo, más que nada, un pretexto del que partir. Me gusta mucho trabajar con números que yo convierto en notas, compases y todo lo que me va saliendo en el trayecto. Utilicé cuartos de tono, indicó Díez, una distancia poco habitual que se utiliza en música en nuestra cultura, donde la octava se divide en medios tonos, aunque hay otras culturas como los hindúes que pueden hacer dieciseisavos de tono que son casi imperceptibles. Es complejo de tocar, y más en instrumentos de cuerda, pero yo les dije que se tomaran toda la libertad que quisieran y creo que lo han conseguido.”
Díez concluyó que su música es “de hoy, pero entendiendo este hoy, dentro de una evolución de etapas por las que uno va pasando en su vida. Toda mi obra, explicó, está encasillada dentro de todo ese aprendizaje, audiciones y una etapa tras otra que se suceden en cualquier vida con todas las circunstancias, y en ese sentido, mi música es muy libre porque nunca he seguido una escuela específica, aunque intento hacer composiciones expresivas y que tienen cierta poesía inherente. Bebo de muchas otras artes y creo que todo eso también se recoge en mis creaciones. Todos somos, aseveró, fruto de la evolución de todo lo que hemos vivido y cuando creamos, de manera inconsciente, se queda reflejado en tu obra.”
De la República Checa a Quintanar de la Orden
Los dos compositores checos que protagonizaron la segunda y tercera piezas centrales del concierto, coincidieron en destacar “la gran sonoridad del templo que amplificó de manera impresionante los sonidos de los violines, la viola y el violonchelo, algo a lo que ayudó, comentaron, el silencio respetuoso de un público que nos sorprendió.”
Petr Bakla aseguró que “siempre que te enfrentas a un estreno de una obra que tú has compuesto es una gran sorpresa porque partes de un desconocimiento y, en cierto modo, miedo, de que lo que van a interpretar los músicos, responde a lo que tú has concebido en tu imaginación y plasmado en la partitura. En ese sentido, afirmó, tengo que decir que salgo muy contento y satisfecho porque lo que he oído hoy aquí ha sido interpretado de una forma magistral”.
“Mi música, expresó Bakla, es muy contemporánea, aunque en la superficie y sobre el papel tal vez no lo parezca, frente a la corriente de hace años, que defiende esa opulencia sonora, para mí se ha convertido esto en un academicismo que no toma ningún riesgo, y las obras de hoy que me interesan, y en las que yo me inspiro, dan un paso atrás para tomar un impulso hacia el infinito. Lo que a mí me importa, añadió, es llegar a un sonido que tiene una sintaxis fuerte, con una gramática musical muy expresiva. Ese es el sentido contemporáneo que yo entiendo”.
Por su parte, Jakub Rataj copió las palabras de su paisano para expresar lo que había sentido al escuchar su obra. Indicó que “el proceso de componer es un proceso de búsqueda de uno mismo y de lo que te completa en tu vida, por eso cuando después se pasa al sonido, siempre surge la pregunta de si esa búsqueda que se encuentra en tu imaginación se ha plasmado en la realidad de lo que has escuchado, y después de oírlo tengo que decir que sí, que no sólo responde a lo imaginado y compuesto sino que va mucho más allá, que me ha realizado y me ha hecho feliz.”
Con este concierto concluyó el segundo fin de semana del XXIII Festival Internacional de Música La Mancha y abre una semana de aprendizaje, dedicada a los alumnos que arrancan las clases del Curso de Música Diego Ortiz que terminará el próximo sábado con su concierto de exhibición, penúltimo día de este evento, mientras llega el homenaje a Miguel de Cervantes y la clausura.