Las horribles consecuencias que tendrá el accidente de Fukushima a nivel mundial, debería hacernos reflexionar sobre el uso de la energía nuclear para ponerle fin definitivamente.
El 11 de marzo de 2011 se registró un terremoto seguido de un tsunami que tuvieron efectos devastadores en los 6 reactores de la central Fukushima-Daiichi y en otros 8 reactores en Japón.
Esta catástrofe ha supuesto, y supondrá, un enorme sufrimiento y sus consecuencias no podrán ser evaluadas hasta dentro de muchos años. Tras 5 años la situación, que ha desbordado al pueblo japonés, sigue estando fuera de control, y los niveles legales de radiación superan en algunos casos hasta en 20 veces los permitidos en el resto del mundo, con las terribles consecuencias que esto tendrá y que comprobaremos con el paso de los años.
Sin embargo, aquí en España no se ha aprendido la lección y la industria nuclear y el gobierno en funciones, siguen con su intención de prolongar la vida útil de las centrales, empecinados en reabrir Garoña e intentando avanzar en proyectos fracasados como el del cementerio nuclear de Villar de Cañas, paralizado desde julio de 2015.
Desde la Plataforma contra el Cementerio nuclear en Villar de Cañas (Cuenca), exigimos una vez a los gobiernos presentes y futuros, un nivel de responsabilidad acorde con la realidad y solicitamos un calendario de cierre de centrales nucleares, como el que ya se ha establecido en otros países como Alemania. De la misma forma, es necesario que los organismos de control, como el Consejo de Seguridad Nacional (CSN), sean transparentes y primen la capacidad técnica por encima de presiones políticas y empresariales que puedan entorpecer sus fines como responsables de la seguridad nuclear y radiológica.
Porque ya nos sobra con Chernóbil y Fukushima, ¡NUCLEARES NUNCA MÁS!