Mayordomías, mascaritas, el “puñao” , las campanillas y el baile de la bandera, entre los ritos que se viven estos días en la localidad manchega
Mañana domingo se celebra el Día Grande, con un desfile que este año se ha desdoblado, por la mañana para comparsas y carrozas locales y, por la tarde, para visitantes
La localidad toledana de Villafranca de los Caballeros se mueve estos días “entre lo religioso y lo profano”. La celebración del Carnaval y Fiesta de Ánimas, que este año vive su segunda edición como Fiesta de Interés Turístico Regional, cuenta con tradiciones centenarias que los habitantes de esta localidad manchega han sabido mantener a lo largo de los tiempos gracias al relevo generacional.
Hoy domingo, y si la climatología no lo impide, Villafranca de los Caballeros, vivirá su día grande de Carnaval con un gran desfile que, como novedad, se ha desdoblado en dos, uno por la mañana con la participación de carrozas y comparsas locales y otro, por la tarde, con los visitantes.
Antes, ya desde el 25 de diciembre, las “campanillas” que hacen sonar un grupo de mujeres recorriéndose todo el pueblo pidiendo una limosna para las ánimas, llamando puerta por puerta sin saltarse una y a la voz de “una limosna para las ánimas benditas”, que de obtener respuesta en agradecimiento contestan: “que las ánima benditas te lo paguen”, a lo que también se responde: “y a ti los pasos”, forman parte de este ritual que rinde culto a los muertos y que se mezcla con la fiesta pagana, alternándose así tradición y devoción.
A ellas se unen las Mayordomías, formadas por los integrantes de varias familias que son las encargadas de organizar la fiesta. Nos encontramos así con la Mayordomía Mayor y Menor y con el Abanderado Mayor y Menor. Son las encargadas de invitar al pueblo, junto con las autoridades, a la Fiesta de Ánimas, recorriendo también en pasacalles todo el pueblo anunciando la fiesta. Además ofrece el conocido como “baile de la bandera”, lleno igualmente de simbología. La mayor exhibición la realizan el domingo en el llamado “corro de las Mayordomías”. A ellas también les corresponde ofrecer “el puñao”, un ágape que ofrecen a sus invitados y cuyo origen procede del puñado de peladillas y frutos secos que cada uno tenía derecho a coger. En la actualidad podemos encontrar en las mesas, entre otras viandas, los “postres de sartén”, flores y rosquillas fritas muy típicas en estas fechas. La “Roscutrera”, cabe destacar, se convierte en el “dulce estrella” del Carnaval de Villafranca de los Caballeros, siendo uno de los productos principales que se presentan en el Ofertorio.
Un ágape del que este año han formado parte Julián Bolaños, alcalde de la localidad y varios concejales del equipo de Gobierno y de la oposición, como Marta Guerrero, Miriam Brasero, Estefanía Fernández, Andrés Beldad, Francisco Avilés o Juan José Marchante, entre otros.
De la fiesta pagana, además de los desfiles, concursos y bailes de Carnaval, Villafranca de los Caballeros cuenta con otro ritual: las “Mascaritas”, disfraz tradicional de este municipio. Según recoge el diccionario local: “El Chelero Ilustrado”, las mujeres “mascaritas” se visten con sayas, refajos y pañuelos. Los hombres con monos, pellizas y gorras o sombreros de paja. Deforman su cuerpo con cojines, disimulan sus andares, cubren sus caras con telas y visillos semitransparentes, atiplan o agudizan sus voces y gritan, acercándose a la gente: “¿A que no me conoces?”. Son procaces y pícaras y, con la promesa (nunca cumplida) de desvelar su identidad, piden ser invitadas a una caña. Suelen llevar en las manos guantes y un cepillo, un plumero o un pulverizador con agua. Con el tiempo estos disfraces también han ido evolucionando, aunque mantienen su esencia.
Así las cosas nos encontramos ante uno de los Carnavales más vistosos de Castilla-La Mancha, en los que conviven “Don Carnal” y “Doña Cuaresma” en perfecta armonía.